Una inducción de parto sin el consentimiento de la mujer es una violación, como bien dice la psiquiatra Ibone Olza.
Una mujer y por supuesto también cuando está embarazada, puede negarse a cualquier intervención sanitaria, Ley 41/2002 de autonomía del paciente. Más cuando existen alternativas a dichas intervenciones amparadas por la ciencia.
En este país se infantiliza, se ningunea y se miente a las embarazadas desde el paradigma imperante en nuestros sistemas sanitarios: El paternalismo médico.
En este país se están haciendo diariamente inducciones y cesáreas innecesarias que ponen en peligro la vida de madres y bebés, además de que causan un daño físico y emocional irreversible, como demuestran los estudios en salud primal.
En este país no se informa a las embarazadas como es debido, con toda la verdad sobre estas intervenciones. Por otro lado las mujeres que sí están informadas parece que molestan.
Es espeluznante que se haya perseguido y obligado a una mujer a recibir un tratamiento de inducción de parto en contra de su voluntad.
¿Cómo ha podido suceder esto? ¿Somos los españoles seres autoritarios y dominantes? No lo creo ¿Lo son muchos profesionales sanitarios? No me cabe ninguna duda.
Ahora conocemos mejor el escenario y somos más conscientes para solucionarlo: Los profesionales necesitamos más empatía, precisamos de equipos multidisciplinares para tomar decisiones y sobretodo que la tradicional soberbia de, sobre todo la colectividad de médicos finalice, para que la capacidad de decisión y autonomía de una mujer, de cualquier persona, prevalezca sobre las creencias personales y moralismos de unos pocos.
Seguiremos trabajando por ti y por las que vendrán.